13,70€
 /UD
Avenida de la Fontana, 12C, 03730, Jávea
Nombre:
Atteca Old Vines
Variedad:
100% Garnacha
Tipo de vino:
VINOS TINTOS
Añada:
2020
Crianza:
18 meses
Volumen:
750
Bodega:
Bodegas Ateca
Graduación:
15.0º
Enólogo:
Roberto Pérez
Alérgenos:
Contiene sulfitos, Vegano
Vista:
Color cereza profundo,
Sabor:
Boca potente y plena con un paso muy fresco y frutal, pero sabroso y complejo, mineral, con notable final de boca donde vuelven a aparecer en retronasal los aromas frutales y especiado s. Magnifica expresión de una elegante garnacha aragones a con taninos muy maduros.
Aroma:
En nariz presenta aromas intensos de fruta roja madura (frambues a) que combinan perfectam ente con las notas especiada s de cacao, vainilla y regaliz que responde n a una noble crianza.
Maridaje:
Ideal para acompañar arroces con carne de caza y melosos, legumbres estofadas, setas, caza y aves, cazuelas, pescados y mariscos en salsa, ahumados, quesos curados y azules, carnes blancas y rojas a la plancha. Temperatura de servicio: 15º-18ºC.
Las uvas provienen de viñedos viejos de Garnacha con bajo rendimiento, localizados en colinas a 700-1000 metros de altitud. Plantados mayoritariamente en suelos de rocas metamórficas y gravas arcillosas. Tras la fermentación en acero inoxidable el vino alcanza una gran complejidad tras permanecer 12 meses en barricas de roble Francés. Se recomienda el almacenamiento del vino en lugares desprovistos de olores, con una temperatura no superior a los 18 ºC y una humedad controlada.
Durante siglos, los viticultores de Calatayud han venido plantando los mejores viñedos de esta comarca en suelos pizarrosos, secos y de muy elevada altitud.
En Bodegas Ateca, tras la perfección de un racimo de uvas Garnacha respiran las viñas centenarias de los campos de Calatayud. Ponen su azulón aterciopelado a un paisaje de barrancos, almenas y estepas que conquistó el Cid Campeador. Por algo la llaman la madre de todas las variedades, vigorosa y resistente, fértil de sabores afrutados que se combinan en la copa con recuerdos florales y balsámicos. Las raíces de estas cepas longevas se aferran a unos suelos de pizarra que trepan por las laderas de los montes de la aragonesa Ateca, ciudad celtíbera. Siglos y siglos han visto compensados los sinsabores de la vida con el vino noble de sus viñedos.